martes, 6 de junio de 2017

Crítica. Déjame salir (2017)

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Director: Jordan Peele
Año: 2017
País: EEUU
Duración: 1h 44m
Género: Thriller

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Sinopsis:
Un chico de raza negra y su chica de raza blanca van a pasar un fin de semana en casa de los suegros. La cosa fluye, pero pronto verán que detrás de esa familia se oculta algo siniestro.



Con nada de efectos especiales apoteósicos y seguramente un presupuesto bajo, se ha logrado una entretenida y muy buena película, con toques de humor, terror, y algo de política y clases sociales también.

Sin embargo, a pesar de lo que pueda entenderse antes de ver el largometraje, no va del tópico de raza negra o similar, sino que el punto principal es el juego psicológico, más concretamente, la hipnosis, un concepto que si investigas descubres que no es algo tan misterioso ni alejado como mucha gente piensa, esa sugestión existe, aunque tenga que contar con la colaboración del hipnotizado, y en el film se aprecia muy bien su funcionamiento.

Déjame salir tiene de todo: un auténtico envolvimiento en suspense y terror, rodeado de sonidos y música que acompañan a la perfección y dan ese toque de adrenalina. Sus personajes son totalmente impredecibles. Y el futuro del protagonista no se deja averiguar hasta el final. Otro punto a favor es que no tiene parecidos con ninguna película vista antes.

El film juega todo el rato al despiste, con misterios a resolver próximamente, y siempre nos pilla desprevenidos, tanto los argumentos como los sustos, que los hay. Juego mental exquisito. Terror y algo de humor para darle una vuelta de tuercas algo irónica al racismo al que, desgraciadamente, estamos más que acostumbrados.

Un diez al actor que interpreta a Chris (Daniel Kaluuya), quien a pesar de algunas miradas sin rumbo y un doblaje que parecía raro en el trailer, encarna muy bien a un personaje que, a medida que avanza la cinta, te das cuenta que es lo más expresivo del mundo, con su forma de ser muy bien definida, tímido, irónico, y desconfiado, y que además ha clavado las escenas de confusión, ira y miedo.

Algunas preguntas sin resolver que deja jugar a la imaginación del espectador, para variar, pero no empaña un impresionante clímax final y una sensación de alivio y felicidad por haber visto este estreno estadounidense, lo mejor del género en mucho tiempo.


Lo mejor: la tensión que mantienes durante toda la película.
Lo peor: un final ambiguo.

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