Director: Jordan Peele
Año: 2017
País: EEUU
Duración: 1h 44m
Género: Thriller
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Sinopsis:
Un chico de raza negra y su chica de raza blanca van a pasar un fin de semana en casa de los suegros. La cosa fluye, pero pronto verán que detrás de esa familia se oculta algo siniestro.
Con nada de efectos especiales
apoteósicos y seguramente un presupuesto bajo, se ha logrado una entretenida y muy
buena película, con toques de humor, terror, y algo de política y clases
sociales también.
Sin embargo, a pesar de lo que
pueda entenderse antes de ver el largometraje, no va del tópico de raza negra o
similar, sino que el punto principal es el juego psicológico, más
concretamente, la hipnosis, un concepto que si investigas descubres que no es
algo tan misterioso ni alejado como mucha gente piensa, esa sugestión existe,
aunque tenga que contar con la colaboración del hipnotizado, y en el film se
aprecia muy bien su funcionamiento.
Déjame salir tiene de todo: un auténtico envolvimiento en
suspense y terror, rodeado de sonidos y música que acompañan a la perfección y dan ese toque de adrenalina. Sus
personajes son totalmente impredecibles. Y el futuro del protagonista no se
deja averiguar hasta el final. Otro punto a favor es que no tiene parecidos con
ninguna película vista antes.
El film juega todo el rato al
despiste, con misterios a resolver próximamente, y siempre nos pilla
desprevenidos, tanto los argumentos como los sustos, que los hay. Juego mental
exquisito. Terror y algo de humor para darle una vuelta de tuercas algo irónica al
racismo al que, desgraciadamente, estamos más que acostumbrados.
Un diez al actor que interpreta a
Chris (Daniel Kaluuya), quien a pesar de algunas miradas sin rumbo y un doblaje que parecía raro en el trailer, encarna muy
bien a un personaje que, a medida que avanza la cinta, te das cuenta que es lo
más expresivo del mundo, con su forma de ser muy bien definida, tímido, irónico,
y desconfiado, y que además ha clavado las escenas de confusión, ira y miedo.
Algunas preguntas sin resolver
que deja jugar a la imaginación del espectador, para variar, pero no empaña un impresionante
clímax final y una sensación de alivio y felicidad por haber visto este estreno
estadounidense, lo mejor del género en mucho tiempo.
Lo peor: un final ambiguo.
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